Por Adriana Valladares, miembro del consejo directivo de Sistema B México.
En las últimas dos décadas cada vez más empresas han decidido adoptar los principios ESG o ASG (ambiental, social y de gobernanza) porque se convencen de que es el camino para asegurar la sostenibilidad de su negocio y comprenden su rol en la construcción de un mundo mejor.
Sin embargo, en ocasiones se enfrentan a retos importantes para incorporar estos principios en su operación. ¿Por dónde comenzar? ¿Qué objetivos trazarse? ¿Cómo lograr que se cumplan? Son algunas de las preguntas que surgen, sobre todo porque cada empresa - y las personas dentro de ellas - puede entender de manera diferente lo que significa ser responsable en términos de la sociedad y el medio ambiente, así como de cuál es la mejor manera de garantizar la gobernanza corporativa.
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Ante la crisis ambiental y social que atravesamos, la economía regenerativa surge como un modelo transformador capaz de restaurar ecosistemas y comunidades, donde la biodiversidad y los saberes culturales de los pueblos originarios pueden inspirar nuevas formas de hacer negocios.
En un momento en el que las empresas son consideradas cada vez más como agentes del cambio, B Lab comparte los resultados de su última consulta pública, que revela cómo las opiniones de la comunidad están dando forma a los nuevos estándares para las Empresas B y las empresas que buscan ser una fuerza para el bien.
Debido a su capacidad para ser resilientes y resistir la volatilidad, las empresas con enfoque de impacto son cada vez más atractivas para captar inversiones.